Si bien las cámaras termográficas existen desde la década de los 60s, se dieron a conocer mediante Hollywood a finales de los 80s. Desde esto último siempre ha existido el interés por su funcionamiento y es importante aclarar muchas cosas que se creen de ellas y otras tantas muy valiosas que se les desconocen.
Las cámaras termográficas operan de manera distinta a las cámaras convencionales. Mientras que las cámaras diurnas y el ojo humano trabajan bajo el mismo principio básico: la energía de la luz visible golpea algo, se refleja, un detector recibe la luz reflejada y luego la convierte en una imagen.
Los sensores termográficos producen imágenes a partir del calor, no de la luz visible. El calor (también llamado energía infrarroja o térmica) y la luz son partes del espectro electromagnético, pero una cámara que puede detectar luz visible no verá la energía térmica y viceversa. Las cámaras termográficas capturan energía infrarroja y utilizan los datos para crear imágenes a través de salidas de vídeo.
El interior de una cámara termográfica está compuesto por una lente, un sensor térmico, electrónica de procesamiento y una carcasa mecánica. La lente enfoca la energía infrarroja en el sensor. El sensor puede tener una variedad de configuraciones de píxeles, desde 80 × 60 hasta 1280 × 1024 píxeles o más, lo que determina la resolución de la cámara.
Estas resoluciones son bajas en comparación con las cámaras de luz visible porque los detectores térmicos necesitan detectar energía que tiene longitudes de onda mucho más grandes que la luz visible, lo que requiere que cada elemento del sensor sea significativamente más grande. Como resultado, una cámara termográfica suele tener una resolución mucho más baja (menos píxeles) que los sensores visibles del mismo tamaño mecánico.
Las especificaciones importantes para considerar al elegir una cámara termográfica incluyen resolución, rango, campo de visión, enfoque, sensibilidad térmica y rango espectral.
¿Qué pueden detectar las cámaras termográficas?
El calor detectado por una cámara infrarroja se puede medir con gran precisión, lo que permite una gran variedad de aplicaciones. Una cámara termográfica Teledyne FLIR puede detectar diferencias mínimas de calor, tan pequeñas como 0.01°C, y mostrarlas en tonos de gris o con diferentes paletas de colores.
Todo lo que encontramos en nuestra vida cotidiana emite energía térmica, incluso el hielo. Cuanto más caliente está algo, más energía térmica emite. Esta energía térmica emitida se llama «firma de calor». Cuando dos objetos contiguos tienen firmas de calor incluso ligeramente diferentes, se muestran claramente a un sensor térmico independientemente de las condiciones de iluminación. Esto permite que las cámaras termográficas vean en completa oscuridad o en ambientes llenos de humo.
Las cámaras termográficas pueden detectar muchas cosas que nuestros ojos o cámaras convencionales no pueden ver, así como también otros materiales comunes, como el vidrio, no permiten el paso de la radiación térmica en ciertas longitudes de onda (concretamente entre 7 y 14 μm).
¿Para qué se utilizan las cámaras termográficas?
Los usos potenciales de las cámaras termográficas son casi ilimitados. Originalmente desarrolladas para vigilancia y operaciones militares, las cámaras termográficas ahora se utilizan ampliamente para inspecciones industriales, detección temprana de incendios, vehículos autónomos, medición de la temperatura de la piel, , investigación científica y mucho más.
